BETHESDA, Maryland, 23 de agosto de 2022 /PRNewswire-HISPANIC PR WIRE/ — Según un estudio con más de 46,000 personas realizado por investigadores de los Institutos Nacionales de Salud y el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver, la pobreza, en combinación con otros tipos de adversidad en la primera infancia, está asociada con mayores probabilidades de muerte prematura en la edad adulta en comparación con otras experiencias infantiles adversas.
En comparación con los niños que no experimentaron adversidades en la primera infancia, la pobreza infantil combinada con una vivienda hacinada se asoció con un riesgo 41 % mayor de muerte prematura, y la pobreza en edad temprana combinada con la separación de un progenitor, se asoció con un aumento del 50 % en la muerte prematura. Aquellos que experimentaron la crudeza y el abandono de los padres presentaron un riesgo de muerte prematura 16 % mayor, y aquellos que enfrentaron inestabilidad familiar registraron un 28 % más de riesgo de muerte prematura.
Los hallazgos se basan en estudios anteriores que vinculaban los tipos individuales de experiencias adversas en la infancia con el riesgo de muerte, así como en otros estudios que demostraron que el riesgo de muerte aumentaba en directa relación con la exposición a la adversidad en la infancia. El presente estudio identifica vínculos entre las combinaciones de adversidades en la primera infancia y las probabilidades generales de muerte prematura.
«Entender cómo se asocian los patrones de adversidad durante la primera infancia con la menor esperanza de vida nos ayuda a comprender mejor el impacto de las experiencias tempranas en la salud humana y la medida en que este impacto se extiende desde la infancia hasta la edad adulta», comentó el autor sénior del estudio, Stephen E. Gilman, Sc.D., jefe de la División de Ciencias Sociales y del Comportamiento del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver (NICHD) de los NIH. «Esperamos que, a largo plazo, resultados como el nuestro puedan servir de base para el desarrollo de mejores intervenciones que reduzcan tanto la exposición a la adversidad en la infancia como las consecuencias que la adversidad temprana genera en la salud de los niños expuestos».
El estudio, realizado por los investigadores Jing Yu, Ph.D., el Dr. Gilman y otros colegas del NICHD, aparece en The Lancet Regional Health – Americas.
Los participantes del estudio fueron hijos de madres que se inscribieron en el Proyecto Perinatal Colaborativo (Collaborative Perinatal Project), un estudio sobre salud maternoinfantil realizado por los NIH. Los investigadores compararon datos de registros de defunciones recopilados entre 1979 y 2016 con datos que evaluaban las experiencias de los niños desde el momento de su nacimiento, entre 1959 y 1966, hasta la edad de 7 años. Entre los 46,129 participantes del estudio en el análisis, se produjeron 3,344 muertes. A partir de la información del cuestionario y otros datos recopilados de las madres de los participantes, los investigadores elaboraron cinco clasificaciones de la adversidad en la primera infancia:
- Baja adversidad: es poco probable que haya experimentado algún evento adverso significativo en la infancia (48 % de los participantes)
- Crudeza y negligencia de los padres: es probable que haya experimentado eventos adversos como maltrato físico o emocional de los padres y abandono físico (4 % de los participantes)
- Inestabilidad familiar: es probable que se hayan producido dos o más cambios en el estado civil de sus padres, el divorcio o la separación de los padres, cambios frecuentes de residencia, la muerte de un padre o hermano, o la residencia en hogares de acogida (9 % de los participantes)
- Pobreza y hacinamiento en la vivienda: es probable que haya enfrentado pobreza y condiciones de hacinamiento en el hogar (21 % de los participantes)
- Pobreza y separación de los padres: es probable que haya enfrentado pobreza, asistencia social, divorcio o separación de los padres, y cambios conyugales y de residencia (19 % de los participantes)
Además del mayor riesgo de muerte en los niños de las últimas cuatro categorías, el riesgo de muerte prematura aumentó en función del número de experiencias adversas en la infancia. Las personas que sufrieron dos experiencias adversas presentaron un riesgo de muerte prematura 27 % mayor; tres experiencias adversas, un riesgo 29 % mayor; y cuatro experiencias adversas, un riesgo 45 % mayor.
«Nuestros hallazgos y aquellos de estudios anteriores sobre experiencias adversas durante la infancia destacan la necesidad de reducir la exposición de los niños a los tipos de adversidades que muchos enfrentan hoy en día, como la pobreza, las malas condiciones de vivienda y la separación de los padres, señaló el Dr. Yu, investigador de la División de Ciencias Sociales y del Comportamiento del NICHD. «Estas experiencias pueden afectar el desarrollo del cerebro, el bienestar social y emocional, el desarrollo del comportamiento y, como nuestros resultados sugieren, pueden reducir la esperanza de vida.
Referencia
Yu J., et al. Adverse childhood experiences and premature mortality through mid-adulthood: a five-decade prospective study. The Lancet Regional Health – Americas. 2022; https://doi.org/10.1016/j.lana.2022.100349
Acerca del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver (NICHD): El NICHD lidera la investigación y la capacitación para comprender el desarrollo humano, mejorar la salud reproductiva, mejorar la vida de niños y adolescentes, y optimizar las habilidades para todos. Para obtener más información, visite https://espanol.nichd.nih.gov.
Acerca de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH): NIH, la agencia de investigación médica de los EE. UU., incluye 27 institutos y centros, y es un componente del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU. NIH es la principal agencia federal que realiza y apoya investigaciones médicas básicas, clínicas y traslacionales, y que investiga las causas, los tratamientos y las curas para enfermedades comunes y raras. Para obtener más información acerca de los NIH y sus programas, visite https://salud.nih.gov.
FUENTE Eunice Kennedy Shriver National Institute of Child Health and Human Development; National Institutes of Health (NIH)